Archivos Mensuales: abril 2012

Las calles monaguenses alzadas en canto!!!

El Comité Regional del estado Monagas, de la Juventud Comunista de Venezuela nos envía esta fotografía, de unas de las cientos de pintas que recorren la capital monaguense. Esto forma parte de la ofensiva del Primer (y último, eso esperamos) aniversario del secuestro ilegal e injusto del Cantor del pueblo colombiano Julián Conrado.

¡¡El Amor sigue VENCIENDO!!

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Entrevista a Julián Conrado: «Hay un plan para matarme»

En entrevista (14 enero 2012) a Julián Conrado, denuncia planes del estado colombiano para asesinarlo. Describe también en q ué situación se en cuentra en su reclusión en Caracas, la reciente visita que le hizo el vice-cónsul de Colombia y comenta acerca de las propuestas de las FARC-EP y otras organizaciones sociales para avanzar en la solución política al conflicto social y armado frente al empleo de la violencia a manos del Estado colombiano. También Noticias de actualidad y la sección Claves para Entendernos.

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Jueza que liberó a los francotiradores del Golpe de Estado en Venezuela encarceló a Julián Conrado

Por Arturo Ramos R. // Coordinadora «QUE NO CALLE EL CANTOR» / FUNDALATIN

Como advertíamos el año pasado, el caso Julián Conrado se convirtió en un ventilador que no para de develar las aberraciones represivas y judiciales del gobierno colombiano. Progresivamente, error tras error, el gobierno de Santos, en su obsesión parapolicial de reeditar el Plan Cóndor, fue embarrando al gobierno venezolano en el inventario de truculencias con las cuales combate a la disidencia política (armada o no). En buena medida, tal embarre fue posible por las inconsistencias y contradicciones propias del gobierno revolucionario, atrapado en las circunstancias temporales de una “buena vecindad” mal entendida, evidenciando a la vez las fallas que la gesta bolivariana arrastra y aún está por saldar.

El ventilador sigue prendido. Este 10 de abril en la sesión de la Asamblea Nacional que debatió el golpe del 2002, el compatriota Darío Vivas nos recordó que la jueza Norma Diva Ceiba Torres, para entonces Juez Penal Accidental y hoy a cargo del Juzgado Vigésimo Sexto de Primera Instancia en Funciones de Control del Circuito Judicial Penal de Área Metropolitana, liberó a los francotiradores: Luis Arturo Meneses, Roberto Francisco Mainay, Nelson Enrique Rosales, José Meneses Quintero, Roger de Jesús Miquilena (identidad falsa), John Carlos Muñoz Garzón (colombiano) y Franklin Manuel Rodríguez;  todos ellos capturados el 11A en la habitación 808, piso 8, del hotel Ausonia, donde se colectaron cartuchos de fusiles y de pistolas 9 milímetros; fueron llevados al Palacio de Miraflores, entregados al Cuerpo Técnico de Policía Judicial (CTPJ, hoy Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, CICPC) y el Ministerio Público les asignó un fiscal. La compatriota  Norma Diva, aun siendo capturados con las manos en las armas, con suficientes pruebas y experticias que lo incriminaban, los puso en libertad sin restricciones, a las pocas horas de haber sido detenidos. Lo que asombra no es el hecho en si mismo, entendido como un horror más de la gigantesca conspiración del año 2002, a la que se sumaron en el momento (por complicidad reaccionaria o simple cagazón burocrática) una importante cohorte de altos funcionarios estatales, sino que la mencionada jueza siga, como si nada, en su carrera judicial constante y sonante, administrando “justicia”. El asunto no es menudo, si se cae en cuenta de que de los presuntos asesinos liberados por la jueza dependía la determinación de los principales responsables intelectuales de la masacre o, mejor dicho, de sus nombres específicos, pues basta darle un vistazo actualmente a las repugnantes declaraciones de los personeros políticos de oposición o calarse la enajenante información al respecto de los medios privados, insistentes en justificar el carmonazo y evadir de forma idiota su responsabilidad, para ratificar de donde vinieron los dólares que pagaron los asesinatos de Puente Llaguno.

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A más de 10 meses de detención ilegal, carta abierta del cantor Julián Conrado a Narciso Isa Conde

La carraca de Caracas. 22 de marzo 2012

¡Épale, Narciso, hermano mió!: Te mando un amoroso abrazo.

Entre los libros que me han traído a al prisión está “Caracoles, la Guerrilla de Caamaño”, escrito por Hamlet Herman y editado en República Dominicana en 1980 por Alfa y Omega.

A propósito del día del derecho universal de los pueblos a la rebelión, que bueno recordar lo que en su libro dice Hamlet: “iniciar una guerra revolucionaria no depende fundamentalmente de la voluntad de las organizaciones de vanguardia ni de sus líderes. Es la violencia dominante la que acosa al patriota, al revolucionario, hasta no dejarle otra alternativa que la rebelión armada. Tiene que optar entre dejarse matar o defenderse; entre venderse al enemigo o luchar; entre humillarse o ser digno.”

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La Silla

Por: Julián Conrado

«La silla es un asiento con respaldo, por lo general, de cuatro patas. Una buena silla, se construye con madera fina, ojalá de Roble o Guayacán. Una silla de madera debilucha, no es segura. Cualquiera se sienta en ella y… ¡Tan pun paan!.. Puede terminar en el suelo.

Pero no basta que la silla sea de madera fina, es necesario, además, que sus piezas encajen perfectamente. Una silla con las patas flojas, todas tembleque, fácilmente puede desbaratarse y… ¡ay mi madre, tremendo porrazo!

La silla puede ser de patas rectas o curvas, cuadradas o torneadas, cualquiera que sea su forma, lo realmente importantes es que éstas tengan la misma altura. Una silla coja, por lo incomodo, no presta su verdadero servicio, que es el ofrecer descanso.

Quedamos claros entonces que, al construir una silla, debemos conseguir una madera tan fuerte que no haya polilla que la destruya, debe quedar ajustada para que tenga firmeza y sus patas con medidas exactas para que no cojee.

Tengan en cuenta una cosa. Es lo que es, gracias a su calidad y si pierde su calidad, deja de ser lo que es.»

Así, la “Seño Colo”, mientras nos enseñaba las primeras letras en su escuelita, que no era más que el rincón de una carpintería, aprovechaba para explicarnos la construcción de una silla, pero para terminar diciendo:

«La silla donde se sienta el Libertador Simón Bolívar, o mejor dicho, su pensamiento, es de excelente calidad. Sus cuatro patas son de la mejor madera, están bien ajustadas y con medidas precisas. Estas patas son: la unidad latinoamericana y caribeña, el antimperialismo, la justicia social y un ejercito del pueblo.»

Al preguntarle sobre el espaldar, ella, que no era una carpintera sino una gran bolivariana, se acomodó los espejuelos, me miro con dulzura y respondió: «sencillo hijo, el espaldar es el amor y la libertad»

AMANDO VENCEREMOS

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